02 abril 2014

En el Día del Libro Infantil y Juvenil

El Andersen que vive en nosotros

Por Jorge Luis Peña Reyes



Escribir para niños es una de las experiencias literarias y vitales más apasionantes. Los padres de este género, que es el más joven con apenas 300 años, esparcieron una semilla que pulula en todas partes. Charles Perrault, Los Hermanos Grimm y Hans Christian Andersen con sus diversos enfoques, todavía son vigentes y por eso, a pesar del tiempo, cada año se editan cientos de versiones que disfrutan tanto niños como familia.

De ellos tres, Hans Christian, nacido el 2 de abril de 1805 en Odens Dinamarca es el más famoso por su alta poesía y sus modernos conceptos que desechan pugnas entre el bien y el mal, y solo establecen confrontaciones entre la desdicha de unos y la fastuosidad de otros. Las mujeres, los desvalidos y los objetos inservibles emergen gracias a un golpe de justicia y bondad, mientras los malos no tienen más condena que el olvido.
No existen en él pretensiones moralizantes. Su honestidad y respeto por los niños son todavía lecciones pendientes que debemos asumir quienes escribimos para este público: cambiante, diverso y con acceso a tecnología y medios sofisticados.
A Hans lo salvó el mecenazgo del Rey, le permitió viajar y conocer el mundo como un “hijo engreído de Dios”, así se autodefinía por la suerte de una carrera en ascenso y de reconocimiento social en contraste con el hogar que le vio nacer. Haré una mezcla aterrizada de amigos que alimentan este día:


Mi amigo Enrique Pérez Díaz, escritor y Director de la editorial cubana Gente Nueva regresó hace muy poco de Europa donde participó como jurado del prestigioso premio Andersen, que otorga el IBBY cada dos años a un autor y a un ilustrador que estén vivos, cuyas obras completas constituyan una contribución significativa a la literatura infantil y juvenil, definido además como el Nobel de la literatura para niños. Entre la amplia gestión promocional de Enrique hacia autores jóvenes, debe destacarse la inclusión de nuevas voces que publican en esa prestigiosa casa editora, su máxima personal es Mientras más seamos, más brillamos.

Hoy conversé a través de Facebook con dos amigos y pintores puertopadrenses que radican en Estados Unidos y que pertenecían antes de emigrar a la Unión de escritores y artistas de Cuba UNEAC por su valía y aportes. Sus estilos se mezclan y enriquecen con un referente directo al mundo de la infancia: esa patria definitiva de la humanidad.

Amarilis Véliz Diepa dijo: Creo que mi infancia siempre esta volando en mi universo y recorre cada rincón de mi memoria; en tanto Helier Batista Hernández respondió: No tengo objetivo en ello: no busco nada, al menos conscientemente. Es la parte de mí que disfruta el hecho de jugar con la pintura, con la forma y el color libremente. Sumo elementos, colores y texturas a medida que construyo algo que no sé cómo terminará, confío en la certeza insegura de que saldrá algo bueno de mis manos.





No quiero agregar más en este día hermoso en el que felicito a todos los que creen y hacen para los niños.




0 comentarios:

Publicar un comentario