15 abril 2011

Polvo de estrellas

Marcha. Desde el Mausoleo José Martí en Santiago de Cuba
en la mirada de Jorge Luis Peña Reyes

Polvo de estrellas
(crónica de una suerte avisada)

Jorge Luis Peña Reyes

A qué no me adivinas, dijo mi niña, qué comen los cocuyos. No atiné a presentar hipótesis y ella respondió: Polvo de estrellas.
Ni mi padre que es el autor de esta metáfora en una tarde fugaz sabe lo consistente que es.
En el mundo hay gente que vive sin proyectarse, sin creer que hay algo más allá de las necesidades básicas y no los juzgo, ya pasó el tiempo en que me peguntaba, cómo podían vivir tantos sin crear.
Trato de imaginarme sin la creación, sin ese susto que supone la hoja en blanco y de veras encuentro alivio.
Cuando miro atrás y me elevo en la vanidad de haber hecho unos pocos volúmenes literarios, me llega como aguja, la certeza de una respuesta lógica a mi decisión “ego-redentora”, que se extiende y le sirve a otros. Saberlo reconforta: el arte es un egocentrismo que otros necesitan. Crear no es un mérito.
Por mi parte, vivo entre la rusticidad y el arte, como si la literatura me salvara la vida o me alargara los días.
Cargo con el compromiso de ser leal a mis lectores, por los cuales dedico horas a hilvanar un discurso diferente en el arduo tránsito hacia la estatura plena.
Soy mi primer lector y acaso escribo aquello que añoré leer en mi infancia.
Quien me ve en la mañana ante los micrófonos mientras ejerzo la crítica a los procesos culturales, no concibe que durante el mediodía sea el albañil de mi propia casa y que en las noches, cuando ya no quedan fuerzas para crear y todos duermen, me dedique a revisar textos escritos mucho tiempo atrás.
Pero ¿quién sería, sin esa compensación? Soy el que se desdobla en rostros múltiples para sobrevivir, ¿ha sido todo un accidente?¿Una pasión que se me prendió al cuerpo y hasta hoy me dura?

Ya me parece demasiado que me miren con ojos de asombro y timidez, que encuentren valor a lo que hago y vean detrás de cada palabra, una esencia, una intención.
Rara vez se nos juzga plenamente, somos divididos por capítulos como hacemos con nuestros libros.
Nada me ofende tanto como la indiferencia, como cuando leí y de espaldas otros seguían trillando arroz en una tarde cualquiera. Cuando no son niños los espectadores, leer textos propios en voz alta es casi una bufonada.
Escribo para un diálogo silente, me basta la proximidad anónima con mi lector. Todas las otras estructuras sobran: mientras intentamos volar, otros sueñan la caída, nos convierten en números y nos ubican, para suerte nuestra, en cualquier stand del pensamiento.
Tanta palabra ruboriza mientras trato de explicar lo común de este oficio y caigo en la trampa de volver sobre mí una y otra vez con la petulancia que cargamos en el pecho.
Todo es polvo de estrellas, amigos.
He perdido la confianza en un trato que me privilegie, acaso falta mucho por hacer. No habrá instituciones u homenajes que me siembren esa sensación de haber llegado; de establecerme, de ser siempre del tribunal que evalúa y juzga, como esos encarpetados que hacen del arte un cerrado sistema de leyes y no de libertades.
Crear en este tiempo es una válvula, un lujo que nos gastamos los sobrevivientes y lo hacemos con la misma pasión con que los niños lanzan burbujas al viento. Tal vez hay que hacer más sin esperar tanto. Hacer, aunque el dinero no aparezca, escribir sin el reconocimiento de nuestros semejantes.

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13 abril 2011

Las palabras


Las palabras.

!Cómo saltan , cómo saltan.

qué mar oculta estos peces

cómo saltan y en su juego , cuánto encienden!

A mi barca no los traigo, se aparecen.

Y el fondo lleno de agua

me amanece.

Desde el día que llegaron, tengo redes.

Pero saltan, cómo saltan estos peces.





(c) Jorge Luis Peña Reyes



Voz y realización: Alejandra Moglia

2011
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07 abril 2011

En el horizonte de niñas y niños, está el poeta

En el horizonte de niñas y niños, está el poeta PDF Imprimir E-Mail
Por Raúl Martes González.
Imagen de muestraTras recorrer una corta distancia de once años, el viajero encuentra dos caminos, y como no ha satisfecho adonde llegar, escoge uno y lo sigue por instinto, quizá porque lleva todavía en amplia magnitud la flor de elogio, que es adelantado cultivar en el jardín de los pequeños inocentes.

Con niñas y niños quiere ir a sembrar sueños, sobre lo que existe a la vista o pueda ser análogo en la imaginación. Desea hablarles de realidades y formas diferentes a las que ofrecieron otros creadores. Trae consigo, piensa, lo necesario para compartir.

El joven, hacedor de arte en versos, no escapó a escenarios ajenos, quiso permanecer en el mismo entorno, porque prefiere decir desde allí cuanto considere de útil a la vida. Bien sabe él que la niñez, también, tiene innumerables vivencias cotidianas para intercambiar y demanda oído atento.

Imagen de muestraJorge Luis Peña Reyes es un poeta puertopadrense con quien hoy compartimos opiniones, sobre su manera de concebir la literatura entre los niños.

(JL) Ellos no viven en una burbuja y creo entender la complejidad de su mundo, por eso insisto en la necesidad a tiempo y a destiempo de responder las preguntas que nacen en su lógico andar por la vida; esto implica afrontar una doble literatura que va dirigida a niños sin reparar demasiado en sus edades sicológicas y, por supuesto, a los adultos que son en definitiva los primeros consumidores de la literatura para niñas y niños; estos dependen del poder adquisitivo e intereses de sus padres; por tanto es importante incluirlo en el diapasón de lectores que ha de consumir la literatura que hago y que trato de proteger, sin hacer concesiones ni perderme

(P) ¿Por qué te has propuesto una poesía inquisitiva?

(JL) Creo absolutamente en que los niños son buscadores de respuestas y si no acertamos, ellos mismos se responderán sus cuestionamientos desde sus límites, estoy comprometido en hacer una literatura ni escapista ni enajenante, sobre todo persigo estimularlos a un compromiso ético con su realidad y aunque no todos mis libros tienen fórmulas similares, se impone en ellos un tono irónico y reflexivo, a veces, humorístico, y otras veces triste, porque le escribo al niño en su plenitud y no solo a niños alegres, lamentablemente, hay más niños sufridos en este mundo que ebrios de gozo

(P) ¿En cuántas obras reflejaste estas ideas?

(JL)Tengo hasta la fecha siete libros publicados, todos para niños, tal vez se deba a que me he dedicado más en los últimos tiempos al género para niños, a quienes considero los lectores más honestos y agradecidos. Mi libro más conocido es Donde el jején puso el huevo, su tono humorístico es eficaz para el acercamiento a conflictos sociales, aun desde la perspectiva de los animales, sin embargo mi libro preferido es Vuelo Crecido que hace dos meses se presentó en La Habana y todavía no lo he tenido en mis manos, es horrible que pasen cosas así. Con ese volumen aprendí a escribir para niños y de él nacieron varios libros que no han visto la luz y es lógico que sucedan cosas así porque uno empieza a escribir con un sinnúmero de ideas que luego tiene que acomodar muy bien, para que no sea un variopinto temático, ahora los libros para niños son más orgánicos y con mayores exigencias estilísticas que en generaciones precedentes. Creo que defenderé siempre la poesía, acaso por ser la cenicienta del género, no obstante tengo dos libros de cuentos publicados, La Corona del Rey y Las doce migajas, de cuentos breve que es una recontextualización de los cuentos clásicos.

¿Acaso tuviste un comienzo diferente?

Me inicié escribiendo poesía para adultos y era difícil estar ajeno al movimiento de poetas que existía entonces en Las Tunas y que prohijaban naturalmente a la décima como estructura poética central para expresar inquietudes. De este ejercicio semienfermizo nacieron al menos dos libros de décimas que permanecen inéditos y que saldrán en su momento. A la décima como escuela siempre voy a agradecerle el recurso de la síntesis y la pericia de eliminar de la poesía todo artificio para llevar las esencias de lo que considero de urgente reflexión. La poesía es el discurso en el que más confío

(P) Eres persona investigadora del acontecer en las vidas de niñas y niños.

¿Dentro de esa realidad está, también, la literatura que llega a sus manos?

Me he visto obligado a investigar sobre el panorama de la literatura infantil en varios entornos, creo que existe un buen momento para el desarrollo porque ahora, es que afloran con mayor veracidad esos conflictos que aparecieron después de los noventa en Cuba, no digo que antes los autores no hicieran lo mismo, pero siento que la mojigatería y la imagen edulcorada le está cediendo el paso de una vez y por todas a un discurso sólido, sobre la aceptación de las diferencias, resultado de la accesibilidad que tenemos al mudo exterior. Creo que la narrativa tiene mejor despegue y es menos conservadora, aunque la poesía para niños arrastra todavía el vicio de la cancioncilla que tanto frena su desarrollo estético y pese a ese aislamiento que tenemos relativo a la literatura que se hace en otras regiones del mundo.

(P)¿En el jardín de la niñez, se afianza el cultivo de la poesía puertopadrense?

En Puerto Padre se vive auge importante en el género, en los últimos tiempos es el municipio que más libros para niños propone al plan editorial provincial, además de los logros en concursos provinciales y nacionales, los escritores se vinculan a otras manifestaciones artísticas que sin dudas complementan y enriquecen el ámbito de la palabra escrita para los más pequeños; creo, además, que es una respuesta coherente con las estrategias que traza el país para promover la literatura para niñas y niños, además de la vuelta del color a los libros para estos. Trabajo en una antología de poesía tunera para niños y los autores puertopadrenses tienen un peso importante, Miguel Bruzón, Luis Almaguer Rivas, Renael González, Nuvia Estévez, Reina Esperanza, Alicia Batista, entre otros, son voces importantes en este contexto.

¿Hasta dónde piensas adentrarte en el reino de este mundo?

(JL)Tengo fe que lo que hace falta decir, algún día lo exprese con claridad, así que la creación de toda una vida, no es más que una búsqueda constante para cumplir las múltiples expectativas de mis lectores, con el interés de construir un discurso que trascienda las barreras locales e incluso que se torne interesante, pese al curso de los años. Esa es mi meta personal, tal vez ambiciosa, pero no hablo de libros sino de huellas, y el tiempo dirá la última palabra.

Mientras Jorge Luis Peña Reyes fundamenta su obra mediante creación, que es forma inteligente de ir junto al tiempo, el canto en versos útiles para cultivar la virtud y el vuelo continuo de cada hacer, se harán imprescindibles en el mismo horizonte de niñas, niños y poeta.

Tomado de Ecotunero
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