11 septiembre 2012

El reggaetón y la contracultura. Entrevista a Carlos Tamayo

Entrevista a Carlos Tamayo por Jorge Luis Peña Reyes.

Con detractores y adeptos anda el género, diseminado en cuanta alternativa tecnológica existe, ¿pero qué tiene esta otra manera de hacer “música” que le ofrece como a las monedas, dos caras opuestas que no pueden mirarse frente a frente?

Hace unos días, la sede municipal de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en Puerto Padre, fue espacio para apreciar y debatir los mensajes que promueven los grupos de reggaetón que están de moda en toda Cuba. El expositor fue el escritor, investigador y presidente de esa institución provincial Carlos Tamayo Rodríguez con quien dialogué y luego transcribí sus palabras.

(P) En los últimos tiempos ha dedicado su tiempo al tema del reggaetón y sus agregados, ¿a qué se debe esta elección temática poco usual en comparación con sus materiales de corte histórico-literarios?

(CT) Aclaro siempre que no estoy en contra del reggaetón, un género que surge fuera de Cuba y que tal vez por eso goce de tanta popularidad, como si el hecho de ser foráneo le otorgara un sello de calidad. No hablo tampoco de gustos. Sucede que el reggaetón no es solo música, es también texto y aunque algunos se salen de la línea de los que ofenden y emplean palabras obscenas, no tiene sentido luchar contra ningún género de la música.

El asunto está en los niveles de la cultura. Se ha luchado mucho en Cuba para lograr salir del subdesarrollo intelectual y cuando ya existen frutos de estos resultados, luego de la campaña de alfabetización en 1961, después de cincuenta años, es lamentable ver cómo personas cuando están en una fiesta no se dan cuenta que los ofenden, en Cuba que los artistas han tenido siempre un alto sentido de la ética, la profesionalidad y un respeto hacia su trabajo y los públicos. Cuando estas cuestiones se relajan, puedes ver artistas cantando sin camisa o bailando en el piso del escenario (perreo) y ver un grupo de muchachas que llegan del público a perrear, la falda comienza a subir hasta que terminan bailando en hilo dental ante miles de personas. Esta es la parte más sucia del reggaetón debido al exceso de movimientos pélvicos-sexuales. Estos son signos socioculturales que uno tiene que atender, porque demuestra que no hemos trabajado como debimos en la formación de los públicos, un público culto no se comporta de esa manera, sin embargo los fanáticos siguen a sus artistas y hacen todo lo que los artistas les mandan a hacer.

Existe un término, la “estupidización” y un segmento de los públicos padece esta falta de racionalidad porque no es posible que las personas se alegren, mientras desde los escenarios se les ofende y humilla en medio de la euforia. No se puede estar ajeno a esos fenómenos, a pesar de la política cultural cubana que no regula estas conductas, sino todo lo contrario.

(P) ¿Puede esta industria prosperar sin la institucionalidad cultural cubana?

(CT) Sí, porque existe el trabajador por cuenta propia que para la venta de discos le basta una computadora para producir este tipo de producto. Es muy fácil adquirir los discos, hacer la producción, editarlos, grabar, quemar y luego venderlos por cantidades. La cultura underground, sigue alimentando el kitsch y el mal gusto. Casi nunca el que hace ese trabajo es un académico, musicólogo, musicógrafo, repertorista o productor; luego nadie revisa ese producto y los discos están a la venta con todo lo bueno y lo malo imaginable.

En un mismo disco te encuentras canciones bellísimas junto a otras carentes de valores estéticos, así puede seguir creciendo esta industria al margen de la EGREM, Bismusic, Colibrí y Ojalá; que son instituciones cubanas que promueven buena música, pero no siembre son accesible al público debido a los precios, en tanto por 25 pesos pueden comprarse esos materiales con videos, aunque sea de lo peor.

(P) En la lucha por la promoción de la verdadera cultura, más allá de la política cultural se impone la decisión personal del que consume, ¿cómo valora el papel de lo que sucede en ese micro-mundo que es el hogar?

(CT) Hay personas que culpan a la radio y la televisión siempre y olvidan que con la modernidad las casas tienen televisor, reproductores de DVD, computadora, teléfonos, IPod y todo tipo de tecnología que permite que las personas puedan ver y escuchar lo que deseen, independientemente de lo que ponen a disposición de los públicos los medios de difusión masiva.

No tiene sentido censurar en la radio o la televisión el reggaetón, porque la gente lo va a seguir consumiendo, aunque no se puede eludir la responsabilidad de los medios en la formación estética de los públicos, hoy estos se forman dentro de lo que se conoce como democracia de los medios y cada persona tiene un Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) en su hogar; tiene radio y televisión, por eso es importante que los padres no estén divorciados de lo que escuchan y ven sus hijos, estos pueden deformarse en nuestra propia casa por el consumo de productos que atentan contra la espiritualidad y la inteligencia.

Si la televisión o la radio difunde algo que yo creo no vale la pena, tampoco estoy obligado a ponerlo en los equipos de mi casa. Es una lucha que hay que ganar en el hogar con diálogo y persuasión, sin echarle la culpa a los medios. Este fenómeno es tan complejo que puede dar lugar a un tema de violencia doméstica, imagínate que uno quiera disfrutar un libro de cuentos o versos y alguien te bombardee con esa música de nulos valores y palabras obscenas a todo volumen. Es decir, que más allá de los medios, esa lucha hay que librarla en nuestra propia casa.

Carlos Tamayo Rodríguez. Poeta y escritor, estudioso de la vida y la obra de El Cucalambé. Graduado de Licenciatura en Letras en la Universidad de Oriente (1979), y Máster en Ciencias por la Universidad de Las Tunas (2012)

Títulos en prosas publicados

• “Breves apuntes en torno a la corrección de las Poesías completas de El Cucalambé”, en Nuevos críticos cubanos (La Habana, 1983).
• Alfaro y El Cucalambé (Las Tunas, 1984).
• Miedo a Vicente García (Las Tunas, 1986).
• Introducción a la imprenta en Las Tunas: tema y problema; o exordio a las Ordenanzas municipales (Las Tunas, 1986).
• Invitación a la búsqueda en torno a Manuel Nápoles Fajardo (Las Tunas, 1988).
• Al compás de Barricada (Las Tunas, 1989).
• La tradición decimista cubana y El Cucalambé (Las Tunas, 1991).
• Del Epítome a las Poesías completas de El Cucalambé (Las Tunas, 1992).
• Acerca de la vida y la obra de El Cucalambé (Las Tunas, 1993; Veracruz, México, 1995).
• Réquiem por una oveja negra (Las Tunas, 1993).
• Volver a tomar la palabra (Las Tunas, 1997).
• De “Martha Elena” al Cornito (Las Tunas, 1997).
• “El Cucalambé en Santiago de Cuba” (revista Santiago, No. 26-27, 1977).
• “Versión del diario inédito de Mercedes Varona González” (Santiago, No. 33, 1979).
• “De México a Santiago. Trece cartas inéditas de Pedro Santacilia a Emilio Bacardí” (Santiago, No. 41, 1981).
• “Notas para el estudio de las publicaciones periódicas en Santiago de Cuba” (Santiago, No. 49, 1983).
• “De una conversación, más bien extensa, con José Soler Puig” (Santiago, No. 54, 1984).
• “El Cucalambé en Santiago de Cuba”, en Letras. Cultura en Cuba, prefacio y compilación de Ana Cairo Ballester (1997).
• La poesía de El Novel (Las Tunas, 2000).
• Prólogos a libros del poeta Gilberto E. Rodríguez; colaboraciones en revistas y periódicos provinciales y nacionales...
• “El Cucalambé desde un acercamiento polémico”, en La Gaceta de Cuba. La Habana, No.1, enero-febrero, 2001.p.29-31.
• Diecisiete escritores cubanos (compilación), 2003.
• Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el desaparecido. (Premio Taller de Crítica, Las Tunas, 2003).
• Barbarito Diez el Rey del Danzón. Compilación de Carlos Tamayo y Félix Ramos Acosta (2006)
• “Advertencia” al libro Flores del alma de Manuel Nápoles Fajardo (2006).
• Epítome a las Poesías completas de El Cucalambé (Las Tunas, 2009).
• Vuelvo la lira a pulsar (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2010).
• En Santiago y otras fuentes (Las Tunas, 2010).

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