20 octubre 2011

Cultura y libertad plena en el Día de la Cultura Cubana

Cultura, patria, cubanía, identidad...

Por Jorge Luis Peña Reyes

No es una gratuidad que el día en que Perucho Figueredo dio a conocer el Himno de Bayamo a sus congéneres, se estime como día de la Cultura nacional.

Aquel grupo de personas que le rodeaban sabían que las estrofas guardaban el sentir de miles de cubanos. Y eso es cultura, sentido de pertenencia, identidad.

La palabra cultura implica una concepción mucho más amplia y respetuosa de los seres humanos. Por naturaleza, impide la discriminación entre hombres sea cual sea su condición.

Dígase hombre y ya se ha dicho todo.

La cultura propugna la lucha contra la discriminación de pueblos que, como los nativos de América, fueron vistos por los europeos raza inferior, salvajes, cuando solo pertenecían o eran parte de una cultura diferente.

Se requiere de mucha sensibilidad para aceptar aquellos rasgos que logran nutrir nuestras tradiciones patrias, nuestras prácticas sociales.

La cultura no es algo que se tiene, es una producción colectiva y un universo de significados en constantes modificaciones.

Se impone ver la cultura como un patrimonio que cuesta mucho formar y conservar y que descuidos, circunstancias, modismos o falta de información pueden exterminar y palidecer lo autóctono.

Es preciso velar para que no penetren a nuestros valores, elementos del colonialismo cultural que lejos de aportar, envanecen y degradan.


La globalización enmascara y confunde los conceptos culturales y tiene detrás mecanismos para crear dependencias y sembrar apatía por lo que es verdaderamente nuestro.

La cultura trasciende el concepto de las bellas artes, del acceso al cúmulo de conocimientos, del refinamiento vacío, de la moda, de las apariencias.

Toda sociedad es dueña de su cultura, y toda cultura es puesta en práctica por las personas que se interrelacionan.

Cultura y sociedad son conceptos inherentes.
Son dos caras de la misma moneda.

Ay de quien descuide la cultura por tratar de satisfacer las necesidades del pueblo y no la vea como básica, como elemento unificador, a partir de la cual todo cobra sentido.

La cultura no es algo que se tiene, es una producción colectiva y un universo de significados en constante modificaciones.

Todos construimos eso que nos identifica como cubanos, lo que nos hace amar al bolero, a la décima, al humor fino y picaresco, al choteo, a la manera que tenemos para nombrar las cosas por cotidianas que parezcan, a la amistad entre vecinos, a nuestras comidas.

Y hasta a esas maneras propias de trasladarnos, en camión con sus molestias innombrables o en coche con su galopar tintineante sobre el asfalto, de lo romántico a lo usual, de lo clásico a lo rutinario.

Todo eso es cultura, patria, cubanía, identidad.

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