31 octubre 2014
En memoria de un demolido
Por: José Luis Pérez Parra
Los edificios históricos en la ciudad Puerto Padre están desapareciendo poco a poco, se transforman los perfiles urbanos, el dialogo entre edificios cada vez se distancia más, la lectura del pasado se debilita, la estética patrimonial se interrumpe y lo peor en muchos casos… para nada.
Nos invade la preocupación por la no observancia y la falta de exigencia de las políticas locales que protegen la conservación, preservación, rehabilitación y restauración del patrimonio edificado.
Puerto Padre hace unos días vio sepultar otro viejo edificio: la antigua Academia Fajardo, luego escuela Hermanos Saíz; el ciclón IKE comenzó con su destrucción, y luego los hombres de forma paulatina la continuaron al despojar lo que se salvó del fenómeno natural, y cuando decidieron desmantelar la cubierta que se colocó para recuperarle.
El más grande huracán llegó hace semanas atrás, cuando la actual Dirección Municipal de Educación, decidió dar mandarria y echar al suelo lo que quedaba.
Ahí están los escombros que avergüenzan; vestigios que no solo apuntan a los directivos de educación por no reconocer la historia que encerraban unas paredes, sino por empañar también su misión, al tener hace más de una semana en el suelo todo el desperdicio frente a una escuela, donde se habla a los niños de la necesidad de evitar este tipo de escenas.
Lo que para algunos es una vivienda ¨vieja¨, resulta ser un valor patrimonial arquitectónico y urbano que sumado a otros le otorgan a la ciudad y el centro histórico su verdadera identidad.
No hay dudas, en Puerto Padre, se le sigue dando la espalda a la protección de su patrimonio edificado y esto se avala cuando propietarios aprovechan la situación para demoler sin importar la identidad urbana y mucho menos la historia regional.
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