13 noviembre 2012

Emiliano qué solo canta usted

Emiliano qué solo canta usted 


 Por: Jorge Luis Peña Reyes 

 Hace dos décadas Emilianito Salvador desapareció físicamente del entramado musical cubano. Pero no es esta la ausencia más lamentable, sino el olvido.

Aunque los catálogos internacionales lo incluyen como uno de los pianistas más virtuosos del mundo, no tiene parte en el Diccionario de la música cubana de Helio Orovio, ni siquiera en su segunda revisión. Huelga decir que en la Wikipedia, Emiliano Salvador Pérez carece de un vínculo que nos aproxime a sus aportes y lo más increíble: tampoco está en el apartado del jazz latino, pese a que son incontables en la red; textos, videos, música y hasta testimonios sobre la notoriedad del músico nacido en 1951 en el poblado de Delicias.

Más que justificados perviven los homenajes que cada año desde el 2008, el comité de la Unión de escritores y artistas de Cuba en la Villa Azul, tributan al autor de A Puerto Padre me voy.

Con el transcurso del tiempo las ediciones alcanzan excelencia, pero aún el apoyo es discreto por parte de las instituciones culturales de Las Tunas.

La Empresa provincial de la música Barbarito Diez no incluye este encuentro en su planificación anual, aunque es plausible su apoyo en la más reciente jornada de homenaje. ¿No es acaso Emiliano una figura trascendental, de las pocas con que cuenta la provincia?

¿O el hecho de que Emilianito sea puertopadrense le resta atractivo? ¿Existe un fatalismo municipal?
Guido López Gavilán, presidente de la Asociación de músicos de la UNEAC mostró interés en esta problemática y en la edición anterior su entusiasmo se concretó en la participación del habanero Bobby Carcassés, quien en la década del setenta lo acogió en su casa.

Sin dudas, el conglomerado artístico que en torno a Emiliano se da cita cada año en Puerto Padre, exige a gritos que la jornada tenga una infraestructura más sólida y trascienda de una vez y por todas las barreras territoriales. Chucho Valdés asegura que Emilianito es su pianista predilecto, por ser el más cubano, en la nómina de un país, que se conoce en todo el orbe como La isla de la música.

La inclusión del impar pianista en el grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, lo distinguió por su asombrosa asimilación de géneros y tendencias, la maestría que logró en el teclado y sus influencias musicales; desde lo que sembró muy temprano su padre, las apropiaciones que hizo del coterráneo Sixto Cusa junto a su formación como percusionista en la Escuela Nacional de Arte, hasta las huellas reconocibles en su obra de Chick Corea, Jerbie Jankock, Lilí Martínez y tantos otros colosales músicos del mundo.

La presencia hace unos días del grupo Vocal Vidas, de Santiago de Cuba, la selección jazzística de Los Surik, Sandra Orce, las agrupaciones locales Origen y Portus Sax, bajo la dirección y el guión de Manuel sobrado mNAUhablan de ese obstinado compromiso de artistas locales y nacionales con la obra de Emiliano Salvador, y no precisamente porque el territorio carezca de figuras en este ámbito.
Todavía hay deudas importantes con músicos de la talla de Enrique Peña, Cipriano Ignacio Torre, Luis Ignacio Díaz, Juan Pablo Torres, Pepe Julio y tantos otros que hacen notorio el desarrollo de esta manifestación artística en la historia de la localidad.

La disposición y la persistencia tienen ya su impronta, pero sin dudas el apoyo provincial y nacional ha de tener gestos aproximados a la estatura de Emilianito. Su casa natal cuenta a partir de este homenaje con una placa alusiva al hecho y puede convertirse, si existiera voluntad política, en el Museo de la Música, Emiliano Salvador.

Junto a la plaza que lleva su nombre en la ciudad de Puerto Padre, se sumará a la permanente evocación hacia uno de los más grandes músicos cubanos de todos los tiempos. Solo así podremos parafrasear desde un coro mayor: ¡Emiliano qué bueno canta usted!

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