Por Jorge Luis Peña Reyes
Así como la música no puede morir Teresita tampoco lo hará, aunque los epitafios se empeñen en decir lo contrario, imagino que de ella quede mucho por decir. Los niños cubanos de varias generaciones crecieron con sus textos hondos y bellamente musicalizados. Ella es la María Elena Walsh de Cuba. Qué bueno saber que en este camino siguen tantos, que la infancia seguirá contando con su presencia y magisterio.
Tomado de Cubadebate
“Teresita Fernández García nació el 20 de diciembre de 1930 en Santa Clara, Cuba. Trovadora, narradora y pedagoga, es conocida como la cantora mayor. Muchas de sus composiciones constituyen himnos al amor y a la cubanía. Su formación comenzó en su hogar. Cantaba desde los cuatro años en la emisora radial CMHI de su ciudad natal, en el programa Hora Martha que dirigía su madre Amparo García. Sus creaciones reúnen sonoridades de antiguas baladas y del folclore campesino, entre las que no faltan musicalizaciones de textos de José Martí o Gabriela Mistral. En el panorama de la canción para niños de Latinoamérica, ella completa un triángulo de grandes maestros, cuyos otros vértices son el mexicano Francisco Gabilondo Soler y la argentina María Elena Walsh.
Su obra abarca la canción infantil y un rico repertorio que se inspira en la patria, en la naturaleza, en el amor, y que se apoya en la musicalización de obras paradigmáticas de autores latinoamericanos como las Rondas, de Gabriela Mistral o el Ismaelillo, de José Martí.
Trovadora, narradora y pedagoga cubana, cuyas canciones para niños han permanecido en el gusto musical de los cubanos de varias generaciones. Prefirió la guitarra en lugar del piano. Sus primeras actuaciones tuvieron como marco su tierra natal, cuando cantaba, acompañada de su guitarra, canciones suyas, en fiestas familiares. Su formación se debe considerar autodidacta.
Yo soy una maestra que canta es su biografía escrita por la periodista Alicia Elizundia Ramírez en la que Teresita expresa que a ella le interesaba la poesía tanto como la música y que es la canción la que une a ambas manifestaciones”



Entre las buenas cosas que pueden sucederles a un autor joven cubano es salir con sus libros a otras partes del mundo y romper así las estrechas barreras de la promoción en Cuba. Yo agradezco muchísimo que así ocurra con Mildre Hernández, que hace mucho confirmó ser una autora capaz de colocar sus libros más allá de su tierra. Sus fórmulas transitan por la exploración a temáticas universales, el buen manejo del humor y el tratamiento a cuestiones contemporáneas complejas, que generan adeptos y detractores en todas partes. Aun así, esta osadía la afirma como una de las autoras más exitosas y respetadas de la literatura infantil y juvenil en Cuba. Aprovecho su regreso de España para conversar en torno a la acogida de sus libros en ese país.